¡Qué bueno era, es y será!
Cuando Elliot Castro Tirado pululaba por los salones del Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas estudiando ingeniería, hoy Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico, y soportaba los aguaceros de casi todas las tardes de la Sultana del Oeste, probablemente nunca pensó que durante el futuro de su