por Mikael E. Rosa Rosa

La diáspora puertorriqueña ha sido vocal exigiendo la renuncia de Ricardo Rosselló a la gobernación, pero las raíces del activismo boricua en los Estados Unidos van más allá del contexto actual.

La comunidad puertorriqueña en Estados Unidos comenzó a organizarse desde que pisó tierra a principios del siglo XX. Estos procesos repuntaron durante la década de 1950 luego de la migración masiva, principalmente a Nueva York, tras la Segunda Guerra Mundial. Para ese momento predominaban clubes por pueblos, en los cuales familiares y vecinos se reunían según sus municipalidades de origen.

“Hay más de cien años de historia de la diáspora puertorriqueña, pero el ‘boom’ comenzó en los 50’s con los clubes de los hijos ausentes de ‘x’ o ‘y’ pueblo. La figura de Gilberto Gerena Valentín fue fundamental en ese momento para llevar la organización de los puertorriqueños a otro nivel”, expresó Digna Sánchez, quien fue activista por más de 50 años en Nueva York.

Gerena Valentín profundizó el trabajo hecho por figuras como Bernardo Vega, Gilberto Concepión de Gracia y Jesús Colón entre muchos otros. El Partido Nacionalista contaba también con militantes que realizaban trabajo organizativo en distintos lugares de Estados Unidos.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, Gilberto Gerena Valentín despuntó como uno de los pioneros en los procesos organizativos en la ciudad de Nueva York. Su activismo comunitario y sindical dio paso a la creación de organizaciones y manifestaciones para la defensa de los derechos de la comunidad puertorriqueña. El carácter social y político de sus aportaciones se profundizó durante la década de 1960, ante la situación socioeconómica en Puerto Rico y las condiciones de vida de los boricuas en la diáspora.

“La llegada de lo que fue el Movimiento Pro Independencia que luego pasa a ser Partido Socialista Puertorriqueño y la creación de los clubes ASPIRA, que era donde los jóvenes aprendíamos historia de Puerto Rico, fue fundamental. De ahí surgen muchísimos líderes independentistas que dan paso a la creación de un sinnúmero de organizaciones comunitarias, programas universitarios y demás”, recuerda Sánchez.

La diáspora boricua daba la batalla por las situaciones que le afectaban en Estados Unidos y en la Isla. En Estados Unidos enfrentaban las condiciones laborales, la falta de vivienda digna, el desplazamiento y la ausencia del español en las escuelas. Respecto a lo que sucedía en Puerto Rico, la comunidad boricua en Estados Unidos tuvo un rol vital en la excarcelación de los presos políticos nacionalistas, la denuncia de la esterilización masiva de mujeres, la oposición a las minas en el centro de la Isla y la salida de la Marina de Vieques. Sin embargo, la inserción de la diáspora boricua en luchas como la exigencia por la salida de Ricardo Rosselló de la gobernación ha sido distinta en comparación a estas otras.

“A nosotros nos costó mucho integrarnos a las luchas en la Isla. Nos decían que no podíamos opinar porque éramos gringos, que no vivíamos aquí y por ello no podíamos opinar. Sin embargo, ese trabajo histórico que hicimos ha llevado a que hoy se vea esa unidad entre la diáspora y quienes vivimos en Puerto Rico. El punto culminante se vio con el huracán María y se manifiesta hoy con la renuncia de Ricardo Rosselló. Claro está, son tiempos diferentes en los que la nueva generación se relaciona distinto tomando en consideración el impacto de las redes sociales”, expresó Sánchez.

Las manifestaciones exigiendo la renuncia de Rosselló se extendieron a decenas de ciudades de los Estados Unidos como Filadelfia, Washington DC, Seattle, Chicago, Charlotte, Nueva York, Miami, Orlando, Houston, Los Ángeles, entre muchísimas otras. Recientemente, la diáspora ha tomado un rol activo en temas como la auditoría de la deuda y el rechazo a la Junta de Control Fiscal.

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