A raíz de las elecciones del año pasado, se comprueba más que nunca, la realidad del llamado “realineamiento” de fuerzas políticas en Puerto Rico. Ese concepto lo que refleja es que si la mayoría del país se une, derrotará a la partidocracia tradicional en los próximos comicios del 2028.

“La Alianza de País”, impulsada exitosamente por iniciativa del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC), logró que la dirección del Partido Independentista (PIP), por primera vez desde su fundación, hiciera un junte de fuerzas con otra entidad política más amplia.

Seguramente el presidente emérito del PIP, Rubén Berrios Martínez, aprobó la postura unitaria de Juan Dalmau y un grupo más joven de esa colectividad. Esto demuestra que la visión de ese nuevo liderato del PIP también está rompiendo esquemas.  

Como resultado se demostró que por primera vez en más de medio siglo, una tercera fuerza política electoral, rompió el bipartidismo hegemónico y desplazó al Partido Popular Democrático (PPD) del segundo lugar. Más aún, el candidato aliancista a la gobernación ganó en 12 municipios, sobre todo en todas las zonas urbanas del país. Es importante reconocer que en esos pueblos, predomina un nivel educativo y socioeconómico superior, así como una participación mayoritaria de la juventud. 

No se debe subestimar este extraordinario logro inédito, impensable para los encuestadores vendidos a los medios corporativos y sus dueños. De lo que se trata, es de una revolución pacífica electoral, que se define por su compromiso por derrotar la corrupción y la ineficiencia del PNP-PPD.

Sin duda, en las elecciones del 2024 se sembró por fin la esperanza, más allá de lo que quisieran los que han vivido de la politiquería partidaria. Ahora, camino a las elecciones del 2028, hay que proceder con cautela para que podamos unir y aumentar esas fuerzas, que suman casi 400 mil personas y 33%, frente al 39% del PNP. 

Ese objetivo es alcanzable si el PIP asimila la lección de lo que hemos vivido y practica el desprendimiento político, como lo hizo ejemplarmente el MVC en el 2024. La realidad es que Juan Dalmau podría ganar las próximas elecciones, pero solo si se postula en la papeleta de la “Alianza de País 2028". Ese triunfo lo confirmaban las encuestas del 2024 del Dr. Jorge Benítez Nazario.

Debemos convencernos todos: pipiolos, victoriosos y no afilidados de que ese es el camino para poder triunfar en el 2028. Es evidente que decenas de miles de electores no están dispuestos a votar en la papeleta del PIP aunque respaldan la candidatura de Dalmau. Son quienes hacen la diferencia. 

Mejor aún es la coyuntura histórica del 2028 para la Alianza, pues el PNP seguramente estará muy dividido, luego de unas primarias muy candentes entre Jennifer González y Miguel Romero. Ese choque de trenes anexionistas más los votos que le quitará el candidato del PPD, el derechista Pablo José Hernández Rivera, pondrán a la Alianza en una posición ventajosa.

Ahora, si se privilegiaran los intereses particulares del PIP o del MVC frente a esta coyuntura histórica, podría provocarse la división de la Alianza 2028. ¿Estarán a la altura de los tiempos los lideratos aliancistas? ¿Podrán convencer a sus bases de que les toca ser políticamente generosos y desprendidos? Eso está por verse.

Mientras tanto, nos toca a los casi 400 mil que votamos y trabajamos por la exitosa Alianza 2024, convocarnos y reorganizar nuestras fuerzas para luchar juntos por la descolonización y las reivindicaciones socioeconómicas inmediatas, al tiempo que echamos a andar el proceso de unidad en la acción que tanto necesita nuestro país. ¡Manos a la obra!

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