Profesora del RUM alerta sobre la situación alimentaria
La Dr. Myrna Comas Pagán, catedrática del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico, alertó sobre la vulnerabilidad en los sistemas alimentarios mundiales ante la pandemia del COVID-19, ya que afecta las cadenas de producción y distribución agrícola, lo que presenta riesgos a la seguridad alimentaria.
Comas Pagán, también coordinadora de la iniciativa nacional de seguridad alimentaria del Servicio de Extensión Agrícola (SEA) del Colegio de Ciencias Agrícolas del RUM, definió la vulnerabilidad como la capacidad que tienen los sistemas para enfrentar riesgos, recuperarse y regresar a la normalidad. En Puerto Rico, esta vulnerabilidad aumenta porque solo se produce entre un 10% a un 15% de lo que se consume.
La isla depende de alimentos que vienen de 56 países alrededor del mundo, siendo Estados Unidos el suplidor principal, seguido de Canadá, República Dominicana, México y Argentina. Esto hace que los alimentos recorran miles de millas previo a llegar a Puerto Rico. En las pasadas semanas trascendió que varias plantas de procesar carnes en Estados Unidos han cerrado, lo que impacta directamente a la isla.
“¿Qué está pasando en estos países a raíz de la pandemia del COVID? Pues, en el caso de Estados Unidos, a principios del mes de abril, el Departamento de Agricultura Federal nos decía que no había de qué preocuparse porque su producción de alimentos estaba distribuida por todo el país. Se entendía que había suficientes alimentos para satisfacer las necesidades de la nación y para la exportación. Sin embargo, ya a finales de abril comenzamos a ver unos disloques en la cadena de distribución, principalmente en lo que tiene que ver con carnes”, señala la comunicación escrita circulada por Comas Pagán.
El 86% de las carnes que se consumen en Puerto Rico se importan de Estados Unidos. Igualmente se importan carnes de países como Chile, Nicaragua y Brasil. Sin embargo, el cierre de plantas productoras de carnes en Estados Unidos pone a la isla en una posición delicada, debido a las complejidades de transportar este producto desde otros lugares.
“Se ha demostrado, a través de los años, el alto grado de vulnerabilidad que tiene nuestro sistema alimentario, luego de pasar por múltiples huracanes, los terremotos en la parte sur del país, y ahora, con la pandemia. Dependemos del 85 al 90 por ciento de alimentos importados, por lo que no lo controlamos y estamos sujetos a lo que pase a nivel mundial. En esa dirección, el Servicio de Extensión Agrícola ha llevado una voz intensa, llamando la atención a la ciudadanía sobre la importancia de aumentar y auspiciar la producción agrícola local”, advirtió Comas Pagán.
El tema de la seguridad alimentaria se ha discutido durante años, pero toma mayor relevancia en el contexto actual ante la interrupción de algunos de los eslabones de procesamiento y distribución, impactando así la canasta básica de alimentos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO en inglés) señala que la seguridad alimentaria se basa en aspectos que van más allá de la mera producción. En ese sentido, la FAO considera el acceso físico, social y económico a productos alimenticios nutritivos y de calidad, combinado a la estabilidad del sistema de producción y distribución de alimentos como la fórmula integral para la seguridad alimentaria.
Ante la realidad de vulnerabilidad alimentaria que enfrenta Puerto Rico, Comas Pagán reiteró el llamado de seguir desarrollando huertos y que se puedan brindar los apoyos que requiere el sector agrícola.
“Además de la vulnerabilidad alimentaria como país, tenemos que reconocer que nuestra población también está frágil, ya que más del 50 por ciento se ubica bajo niveles de pobreza. Esto significa que tiene unos ingresos bajos para poder satisfacer las necesidades de su canasta básica. Es una situación que se ha acrecentado en la medida que las áreas de trabajo se han ido cerrando. Esto ha provocado que las personas dejen de generar ingresos, lo que ha estimulado una mayor cantidad de solicitudes al Programa de Asistencia Nutricional, más dependientes del desempleo, y menos acceso a los alimentos. El sistema total está en amenaza”, expresó Comas Pagán.
Varias organizaciones de agricultores locales han expresado que continúan produciendo alimentos. Sin embargo, esto no garantiza que puedan cubrir la demanda que se experimenta durante la cuarentena. Diversos economistas han señalado en ocasiones previas que la situación colonial de la isla imposibilita proteger la producción local. Esto posiciona a los agricultores nativos en una situación de desventajosa frente a productores de otros países, particularmente de Estados Unidos.
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