La curva que no será aplastada: la nueva ola de compromiso cívico

La curva que no será aplastada: la nueva ola de compromiso cívico

por Giovanna Álvarez Negretti

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Foto/ Online Engagement Progressive Network

Entre sus efectos devastadores, la pandemia mundial de Covid-19 ha revelado muchas vulnerabilidades en nuestras economías y sociedades: la fragilidad de nuestras capacidades para proveer salud pública, la vulnerabilidad de nuestra fuerza laboral ante un choque económico inesperado y el riesgo de contagio y desventaja para los ancianos y comunidades desfavorecidas cuando los servicios de apoyo críticos no están disponibles.

Los gobiernos de todo el mundo se esfuerzan por dar una respuesta eficaz a una crisis de salud pública sin precedente en un momento en que la confianza en el gobierno es mínima. Si no consiguen aplanar la curva del Covid-19, los gobiernos de todo el mundo rápidamente se encontrarán ante una curva empinada y potencialmente incontenible de descontento público. Las escenas de estadounidenses armados exigiendo el fin de los acuerdos de cierre en varias partes de los Estados Unidos son acciones profundamente preocupantes.

La historia ha demostrado una y otra vez que una crisis da lugar a la renovación y la renovación a menudo comienza con la protesta, tanto de la izquierda como de la derecha. La confluencia de la crisis financiera mundial en 2008-2009 y su omnipresente difusión a través de los medios de comunicación social permitieron la creación del “Movimiento 99%” y, más tarde, del Tea Party, así como la llamada ultraderecha en Estados Unidos.

En todo el mundo surgieron movimientos similares, muchos de ellos propiciados por líderes políticos autoritarios que buscaban aprovechar el momento para ampliar sus poderes y sus mandatos. Puede ser una corta y resbaladiza pendiente aquella que comienza con la pérdida de la confianza pública en el gobierno y que puede culminar hasta con la implementación de gobiernos autoritarios.

Debido a que los estragos causados por la recesión económica más aguda desde la Gran Depresión apenas comienzan a tomar forma, la pregunta ahora es: ¿Qué movimientos sociales darán a luz esta crisis? Pese a que aún no están claros todos los efectos de esta crisis, algunas de las nuevas fuerzas motrices para el próximo decenio ya son poderosamente evidentes.

En primer lugar, el COVID-19 ha arrasado con la tan cacareada economía del gigantismo. Por ejemplo, son aproximadamente 40 millones los estadounidenses que han perdido sus empleos desde el comienzo de la crisis, muchos de ellos trabajadores con contratos a corto plazo y empleos muy flexibles con pocas protecciones laborales. La consecuencia de lo anterior es que la desigualdad en nuestra sociedad va a alcanzar niveles sumamente elevados.

En segundo lugar, las consecuencias económicas de la crisis del Covid-19 han llevado a los gobiernos a gastar sumas sin precedentes conducentes al apoyo financiero de emergencia para familias y empresas. Esto es necesario en este momento extraordinario, pero probablemente dificultará la acción colectiva para financiar la acción climática y los objetivos del desarrollo sostenible.

Así mismo, muchos líderes nacionales han vuelto a la política barata y fácil de culpar a los extranjeros por la situación. Los migrantes latinos en Estados Unidos, los musulmanes en India y los trabajadores migrantes africanos en China han sido falsamente culpados por la propagación del virus. Si este asunto permanece desatendido, podríamos estar dirigiéndonos hacia un mundo desagradable y brutal; un mundo cada vez más mezquino y desigual; uno que no constituye una receta que proporcione la prosperidad y la seguridad que todas las comunidades del mundo buscan para sí mismas y para sus hijos.

En este desgarrador momento de conmoción y bloqueo deben brotar las semillas que generen un cambio positivo. Mientras los líderes autoritarios aprovechan este momento para consolidar el poder, la sociedad civil está rebosante de nueva energía. Por otro lado, el bloqueo y el distanciamiento social han dejado nuestras calles inquietantemente tranquilas y como resultado, el compromiso cívico en línea está floreciendo. Desde el Reino Unido hasta Nueva Zelanda, desde India hasta Estados Unidos, millones de personas están encendiendo sus computadoras y teléfonos para descubrir como pueden participar en la acción cívica.

En Australia, el grupo de activistas políticos independientes GetUp! coordinó un centro para los grupos de atención comunitaria que surgieron en todo el país para apoyar a las personas necesitadas durante el encierro. Mientras tanto, el grupo activista canadiense Leadnow ha exigido una pausa en el alquiler y las hipotecas. En Irlanda, el grupo activista Uplift ha creado un sitio en línea para que la gente pueda apoyar a las pequeñas empresas. El grupo de activistas austriaco #aufstehn ha lanzado una herramienta para “dar las gracias a sus héroes” donde hace llegar mensajes positivos a las personas que están en primera línea de fuego a través de WhatsApp, Telegram, correo electrónico y otros medios sociales.

Las acciones políticas también están aumentando. En Hungría, el grupo de activistas aHang hizo que 50.000 personas asistieran a su primera protesta en línea. En Suecia, el grupo de activistas Skiftet utilizó su plataforma en línea para detener los planes de rescate de las empresas. En Estados Unidos, el grupo activista MoveOn ha registrado un aumento de más de dos millones en su membresía en unos dos meses, dado que la gente recurre a las organizaciones digitales para la obtención de herramientas que le permita hacer campaña a favor de soluciones y exigir alivio.

De estas y otras cientos de campañas en todo el mundo, el mensaje primordial es claro: las comunidades les exigen a los gobiernos que salgamos de esta crisis mejor de lo que entramos, por lo que la resistencia, la justicia y la compasión deberían ser los distintivos para una reconstrucción superior a la presente. A este despertar de la conciencia cívica y el compromiso desarrollado por las comunidades deben aunarse las nuevas herramientas de organización para formar una base sumamente poderosa que sostenga la construcción de un mundo mejor después del coronavirus. Sobre todo, si los líderes gubernamentales no desean ser aplastados por la curva del descontento popular proveniente de una masa que paulatinamente sale del encierro, necesitan potenciar, no impedir, el resurgimiento del compromiso cívico.

* Giovanna Álvarez Negretti es directora ejecutiva de Online Progressive Engagement Network (OPEN) con sede en Barcelona.


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