Fundación local salva vidas luego de María

Fundación local salva vidas luego de María

Por Cristina Ramírez Doval

Al venir el Huracán y tener los recursos disponibles, por los clientes estar cerrados, yo tengo aquí a todos los ingenieros, así que activamos la Fundación”, narró el presidente de la corporación PACIV, Jorge Rodríguez, cuya organización benéfica salvó vidas luego del paso de María.

La compañía PACIV, dedicada a rendir servicios de ingeniería en Puerto Rico, Estados Unidos e Irlanda, cuenta con una fundación bajo el mismo nombre. Rodríguez explicó que existe desde 2011, pues hace 12 años, en un viaje que realizó a Colombia, recibió orientaciones sobre Responsabilidad Social Corporativa. Al informarse sobre la forma en que podía devolver de sus ingresos para ayudar a la comunidad, inició lo que hoy se conoce como PACIV Foundation.

El proyecto filantrópico es tan solo una de tres ramas de la iniciativa de responsabilidad social de la empresa, que también cuenta con un Programa de Voluntariado Corporativo y otro de cooperativas para estudiantes de Ingeniería. Dentro del primer programa, los empleados laboran con paga por cierta cantidad de horas fuera de la compañía sin que el patrono reciba ganancia alguna. El segundo programa abre las puertas para que futuros ingenieros puedan trabajar en las sucursales que tiene PACIV fuera de la Isla.

Sin embargo, Rodríguez destacó que es la Fundación la única división a cargo de la inversión social. Es por tal razón que encontró necesario activarla para propósitos de auxilio inmediato días después del huracán María. El personal de PACIV trabaja mayormente para farmacéuticas pues son ingenieros químicos y eléctricos. Al encontrarse cerradas, Rodríguez vio que la acción comunitaria no solo ayudaría a otros puertorriqueños, sino que prevendría que su equipo abandonase el País por falta de empleo, pues la Fundación pagaría sus salarios.

El primer paso de PACIV Foundation semana y media luego del Huracán fue reunir a los empleados de la compañía en su sede, donde solamente solía reportarse personal administrativo. Los ingenieros fueron enviados en parejas a todos los municipios de la Isla para identificar a través de los ayuntamientos, hospitales y empresas privadas de qué manera podían ayudar. Rodríguez visitó Utuado, Las Marías y San Sebastián, y fue en este último pueblo que descubrió el caso de Diego, un niño que padece de acidemia propiónica.

La condición, aunque poco común, es mortal y según Rodríguez, Diego es el único niño en Puerto Rico que la padece. El medicamento que requiere para tratar los síntomas, Propimex-1 estaba a punto de acabarse, por lo cual el menor de 8 años podía perder su vida. Fue entonces que Rodríguez movió sus recursos para obtener refuerzos de la medicina, de la cual Diego debe tomar tres dosis al día. Luego, se trasladó como paciente con todos los gastos cubiertos a un hospital en la ciudad de Orlando. Fue de esta manera que Rodríguez identificó cómo podían ayudar luego del desastre.

PACIV Foundation, con la ayuda de la doctora Antonia Coello de Novello, quien laboró en administración de salud pública en Puerto Rico, impactaron un total de 151 vidas. Juntos trabajaron en la importación de medicamentos costosos, traslado de pacientes a Estados Unidos, y en la instalación de generadores en el caso de aquellos que reciben cuido en el hogar. Muchos empresarios locales, ciudadanos privados y personas del exterior colaboraron con la iniciativa de PACIV al aportar donaciones monetarias, mano de obra y recursos como diesel. Rodríguez comentó que se había regado la voz sobre la labor de PACIV a tal punto que no tenían que identificar víctimas, pues eran contactados por hospitales, Centros de Diagnóstico y Tratamiento, municipios y la propia milicia, la cual llegó a donarles carpas.

Para facilitar la obtención de materiales y reforzar el recurso humano, Jorge Rodríguez obtuvo permisos para que la Fundación pudiese recibir donaciones privadas. Previo al paso de María, solo la compañía inyectaba fondos a las arcas de la organización. Luego de tres semanas de trabajo intenso, Rodríguez volvió a cerrar la cuenta que recibía donaciones, una vez mermó la necesidad de pacientes en alto riesgo.

Al día de hoy, la sede de la Fundación se encuentra intacta ya que siempre surgen proyectos de inversión social con los cuales el equipo administrativo trabaja. La diferencia es notable para Rodríguez al entrar al cuarto piso de su empresa, pues carece del movimiento de personal que hubo durante los días que sucedieron al huracán María. No obstante, el recuerdo de sus esfuerzos permanece en las paredes de esta oficina, las cuales están cubiertas de papeles que detallan los 151 casos atendidos por PACIV Foundation, dónde surgieron y cómo fueron resueltos.

Para más detalles sobre la Fundación y el programa que denominaron Diego’s Relief Project, pueden acceder a www.facebook.com/PACIVFoundation/


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