Residentes de la comunidad Bauta Arriba en Orocovis y su Fundación Ana Dalila Burgos Ortiz Inc., están haciendo frente al abandono gubernamental mediante el rescate de espacios y el desarrollo de proyectos agrícolas.

La Fundación, establecida durante la década de 1990,  rescató la escuela Ana Dalila Burgos ubicada en su comunidad y que fue cerrada en 2017. Desde allí desarrollan iniciativas acordes con su misión de responder a las necesidades de las familias de la zona. Muestra de esto fue el inicio del proyecto “La Tala Comunitaria de la Fundación Ana Dalila Burgos Ortiz Inc.”. Este proyecto es una iniciativa del Comité Agrícola de la Fundación, que busca usar los terrenos de la escuela en desuso para fines agrícolas.

“Se le  asigna un pedazo o porción de tierra a cada persona interesada, para prepararlo y sembrarlo de forma orgánica, usando su estilo y su conocimiento, para luego evaluar de forma experimental la producción. Se compartirán las técnicas utilizadas y los resultados obtenidos”, dijo Idalia Burgos, presidenta de la Fundación. Burgos es hermana de la fenecida maestra que honra el nombre de la entidad y la escuela.

Según narró, la tala comunitaria busca que el mantenimiento de los espacios verdes del plantel sea una gestión común, donde cada miembro de la organización tiene un área o pedazo asignado y es responsable de mantenerlo según su disponibilidad de tiempo y su técnica de siembra.

“Al ser comunitario se crea un sentido de solidaridad, compromiso, responsabilidad y alegría. La idea surgió en el Comité Agrícola para facilitar el trabajo (dividido es menos), para distribuir entre todos el mantenimiento y la producción”, señaló Ana Jomarie, líder de la organización. En la actualidad, la tala comunitaria es apoyada por VAMOS Puerto Rico, organización que destina su gestión a la colaboración comunitaria en varios sectores del país.

El apoyo de VAMOS se ha materializado gracias a la solidaridad de la Red Comunitaria de Respuesta, junte que nació de las necesidades mostradas por las comunidades del sur posterior a los terremotos del pasado enero y que impactaron negativamente la zona. Al momento, la Red Comunitaria de Respuesta cuenta con 11 comunidades organizadas y ha logrado la distribución de sobre 30,000 cajas de alimentos, la repartición de miles de equipos de protección personal (alcohol, mascarillas y hand sanitizer) para la prevención del Covid 19 y  ferias de salud con pruebas de detección de coronavirus.

La rehabilitación del espacio le convirtió también en oficina de servicios para los vecinos. Desde la escuela, la Fundación comenzó ofrecimientos educativos complementarios a la niñez y juventud de la zona, en particular a la población sorda y muda. Según las lideresas comunitarias, Bauta Arriba es una de las zonas en todo el archipiélago con mayor población sorda y muda, asunto que le ha llevado a levantar un censo para documentar la cantidad real de esta población.

Desde la Fundación, nacen un sinnúmero de iniciativas de las cuales resalta lograr que el  Comité de Evaluación y Disposición de Bienes Inmuebles del gobierno,  apruebe  una petición para que se les ceda la antigua escuela ubicada en su localidad.A pesar de que la organización no cuenta con el aval institucional, la Fundación ya se encuentra realizando trabajos en los predios del antiguo plantel escolar, en clara señal de que la estructura pertenece a la comunidad y que su liderato ejecutará los planes que tienen para su vecindad.

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