Coloquio de desarrollo económico comunitario

Coloquio de desarrollo económico comunitario

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El tema más polémico en Puerto Rico, así como en muchos países, es la deuda pública y las políticas de austeridad gubernamental. Parece estar llegando a su fin una era y las instituciones aun no han dado los pasos para adoptar aquellos cambios, en gran medida paradigmáticos, que logren convertir la crisis en una oportunidad.

A vuelo de pájaro la ecuación es simple. Los medios de producción se globalizan. Los estados se convierten en facilitadores de mercados de consumo, renunciando a sus propios métodos de producción de capital o facilitando la entrada de empresas foráneas que desbancan a las locales y que se van cuando encuentran otro lugar más costo efectivo. Mientras tanto, el estado ofrece sus servicios básicos directamente y privatiza poco a poco algunos. Cede la base de consumo y entrega la infraestructura en la que la ciudadanía invirtió por tantos años. Cuando al capital le conviene irse, nos devuelve la infraestructura agotada, caduca. Así pasó con los monocultivos de la caña de azúcar, con las petroquímicas, las farmacéuticas y pronto con nuestro sistema de salud.  Se repite el ciclo: el retorno de la inversión se privatiza y se socializa la deuda.

“Lo que no se realiza en el momento, es utopía”, con esa cita de Luisa Capetillo comenzó el sexto Coloquio de Desarrollo Económico Comunitario organizado por el Instituto del Género y la Educación del Proyecto Matria el viernes 1 de mayo. El coloquio se llevó a cabo en la Universidad de Puerto Rico y giró en torno a un análisis crítico de las políticas públicas en materia de desarrollo económico en Puerto Rico y de como, desde su concepción, su diseño e implementación continúa excluyendo a un alto porcentaje de nuestra población. El diálogo fue muy rico ya que se dieron cita líderes y lideresas de diversos sectores: religioso, comunitario, sindical, académico, gubernamental, feminista, trabajadorxs sociales y del sector de servicios a personas discapacitadas. Al coloquio además acudieron mujeres participantes de la Incubadora Libera del Proyecto Matria.

Lxs ponentes del foro del 1ero de mayo fueron Pedro Santiago, director del capítulo de Puerto Rico de Amnistía Internacional, la Dra. Norma Rodríguez Roldán, catedrática de la Universidad de Puerto Rico y autora de la reciente publicación “Pobreza en Puerto Rico” (Publicaciones Puertorriqueñas, Inc., 2014), la Dra. Martha Quiñones, economista, y Tanagra Melgarejo del Proyecto Matria.  Además hizo una breve intervención la Dra. Idalia Colón, Secretaria del Departamento de la Familia.

Pedro Santiago comenzó su alocución con una anécdota brillante. En su investigación en torno a la pobreza, le pidió a un agricultor su definición de la misma. Como todo buen filósofo, el agricultor le contestó con una interrogante: “¿Cual es el sinónimo de pobreza?” “Justicia”, le respondió el agricultor corrigiendo a Santiago quien le había contestado “riqueza”.

Santiago entonces planteó que en lugar de Desarrollo Económico, hay que propulsar el Desarrollo Socioeconómico Sostenible, puesto que la pobreza no se combate con dinero ni con la mera creación de empleos. La pobreza se atiende proveyendo acceso a vivienda, salud, educación, alimentación adecuada y trabajo remunerado digno. Santiago declaró que la defensa de los derechos humanos tiene que ser integral, la garantía de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales no pueden fragmentarse para acomodarse a las prioridades del mercado o de la clase política. En cambio, las prioridades gubernamentales deben establecerse desde la defensa integral de estos derechos. Desgraciadamente se ha hecho a la inversa y se otorgan derechos, protecciones, y garantías que se acomodan a los intereses de los sectores en poder.

Rodríguez Roldán centró su presentación en los estereotipos y prejuicios prevalecientes en torno a la pobreza en Puerto Rico.  Para superar las concepciones erradas de que en Puerto Rico “lxs pobres viven del mantengo”, “aquí nadie se muere de hambre”, “la gente es pobre porque quiere” o “en Puerto Rico es mejor ser pobre”, la pobreza se tiene que definir de acuerdo a la calidad de vida que el nivel de desarrollo de este país nos permite a todxs.  La doctora nos recuerda que la negación de la pobreza tranquiliza la conciencia, justifica la inacción y legitimiza el sistema económico. Hay que ver la pobreza en contexto y estudiarla profundamente, no desde la anécdota o desde el resentimiento de clases sociales con mayor acceso pero con poco poder adquisitivo. Por ejemplo, se cree que la totalidad del 48% de nuestra población que vive bajo los niveles de pobreza vive de las ayudas gubernamentales, pero es una creencia no sustentada en la realidad.

En Puerto Rico no se puede “VIVIR” de las ayudas gubernamentales, eso es claro: La ayuda del PAN equivale a $3.64 al día para individuxs y $7,89 para familias, la asistencia económica promedia $87.00 mensuales para individuxs y $124.00 mensuales para familias y solo hay acceso a 55,000 unidades de vivienda pública en el País.

En sus investigaciones, la Dra. Rodríguez encontró que de una muestra representativa de nuestra población, el 58.8% de las personas bajo el nivel de pobreza devengan ingresos por actividad económica, ya sea formal o informal. De otra parte, la Dra. Rodríguez apunta a las políticas públicas gubernamentales que pretenden imponerle a las Microempresas y PYMES más requisitos y menos exenciones que a megatiendas extranjeras; la política de alquiler de vivienda pública que aumenta el alquiler desde que se aumentan los ingresos y a las políticas de asistencia económica que eliminan subsidios al obtenerse un empleo sin considerar la permanencia o calidad del mismo. Como parte de las soluciones propuestas, la Dra. Rodríguez sugiere eliminar las barreras que limitan la empleabilidad: cuido de menores, transportación masiva, deficiencias del sistema educativo, reconocer las limitaciones del modelo económico o las dinámicas internas que provocan desigualdad, desestigmatizar la pobreza, y cuestionar el discurso hegemónico de la dependencia y el mantengo.

Para la economista Martha Quiñones, las políticas gubernamentales van en el sentido opuesto y constituyen soluciones regresivas que “transmiten los costos de la crisis a través de cadenas de poder a las mujeres, las clases trabajadoras, los ancianos y los excluidos”. La reducción y recortes en presupuestos a agencias que dan servicios sociales directos (salud, educación, vivienda) se disfrazan de neutralidad como prioridades gubernamentales, pero esconden en sí los prejuicios del patriarcado. Para atajar esta tendencia de las estructuras del poder, la economista insta a la organización participativa ciudadana, comenzando por organizar una auditoría ciudadana de la deuda pública.

Tanagra Melgarejo, trabajadora social y encargada del Proyecto Gaia trajo a la mesa ejemplos concretos de mujeres jefas de familia o sobrevivientes de violencia de género que tras superar los retos de la opresión machista, se enfrentan a un sistema adverso incluso en el proceso de lograr su autosuficiencia económica. La gestión en agencias gubernamentales para montar un negocio propio no cuentan aun con la coordinación adecuada para facilitar procesos a mujeres que reciben ayudas gubernamentales. A una participante que obtuvo su certificación de retenedora del IVU como requisito para obtener capital semilla la amenazaron con quitarle la reforma de salud a pesar de que aun no había montado su negocio.

A otra participante le indicaron que le subirían el alquiler de su vivienda pública al tener la misma certificación. El capital semilla disponible en el gobierno está condicionado a la obtención de permisos del Departamento de Salud y Bomberos para los cuales ya se debe contar previamente con equipo y local alquilado. Relatos dignos de un cuento de García Márquez describen el círculo vicioso en el que se enredan las participantes cuando solicitan capital semilla en el Gobierno. En cada etapa de evaluación transcurre el término de caducidad de los permisos obtenidos lo que significa que para cada etapa de evaluación tienen que renovar todo lo conseguido. El proceso previo a solicitar capital semilla cuesta aproximadamente $300.00. Evidentemente no están diseñados para personas de escasos recursos.

La directora ejecutiva del Proyecto Matria, además de señalar y denunciar las injusticias, entiende que lo más importante es el accionar en torno a ellas. El Proyecto Matria se ha constituido como un proyecto de desarrollo integral enraizado en la realidad puertorriqueña, así como en la teoría, y validado en la práctica del acompañamiento cotidiano y continuo a mujeres jefas de familia o sobrevivientes de violencia de género.

Matria tiene iniciativas como  Atenea -programa de apoyo para estudios y colocación en empleo; Gaia -el programa más grande en vivienda transitoria y permanente para sobrevivientes de violencia de género; la Ruta de las Mujeres -proyecto de apoderamiento político; IGEA -educación continua y comunitaria desde una perspectiva de género y la Incubadora de Microempresas-Libera – la primera y única incubadora de microempresas comunitarias del país especializada en mujeres. El Proyecto Matria de esta manera atiende las áreas identificadas para la consecución de la equidad: vivienda, salud, educación, crédito y  empleo- empresa.

Una perspectiva: crítica y acción

El Coloquio de Desarrollo Económico Comunitario del Proyecto Matria se celebra cada año y constituye uno de los encuentros de rigor para un sector que desde hace muchos años ya ha propuesto y comprobado soluciones de país.

Este tipo de entidad parte de una perspectiva crítica: Desde nuestros años formativos, se nos presenta el ejercicio del voto y de la elección de representantes como la culminación de nuestra lucha diaria y de nuestros reclamos por una mejor calidad de vida. No se nos enseña que el péndulo político se mueve en torno al peso de grandes influencias- el capital, la opinión pública según expuesta en la prensa comercial, el grito de las mayorías en torno a una causa común y el miedo (el aparato militar industrial, la industria de la salud y la enfermedad). Las minorías, las personas, sus luchas y retos cotidianos parecen pertenecer a otro mundo. Constituyen a veces una mera nota referencial en un discurso elaborado desde una cómoda oficina. Pero en la medida en que la crisis arrecia, ambos mundos se acercan y aún queda un poco de tiempo para determinar si el encuentro será en choque o en concordia.

Para lograr grandes cambios, hay que trabajar desde el día a día de la gente, diseñar soluciones desde ahí y exigir su implementación, no desde una visión vengativa de ajusticiamiento, sino desde la ética de la justicia social y la defensa genuina de la diversidad y equidad. Con la transparencia como disciplina: dialogar, denunciar, planificar y accionar.

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Sobre Ataveyra Medina Hernández
Ataveyra Medina Hernández


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