A cinco años de la sentencia del Tribunal de Primera Instancia de San Juan, donde se reconoció por primera vez el derecho de adopción a una pareja del mismo sexo en Puerto Rico, el Comité Amplio para la Búsqueda de Equidad (CABE), conmemora el histórico hecho y señala que falta mucho por hacer en la búsqueda de la equidad en la isla.

Después de estos cinco años, la pareja compuesta por Ángeles Acosta Rodríguez y Carmen Milagros Vélez Vega,  viven con su hija Juliana, luego de lograr el reconocimiento jurídico que lucharon durante 15 años. En medio de la celebración de este evento histórico, CABE realizó un llamado a la ciudadanía a mantenerse vigilante ante las amenazas que existen contra los derechos de las comunidades LGBTTIQ+ y a continuar la lucha por la reivindicación de sus derechos.

“Este caso marcó un antes y un después en el reconocimiento de la dignidad de las familias homoparentales en Puerto Rico y abrió la puerta para que otras familias en iguales circunstancias pudieran acceder a los derechos que hasta ese entonces se les había negado en nuestro país”, expuso la Lcda. Mary Cele Rivera Martínez, portavoz de CABE.

Según la organización, esta familia pasó por momentos tortuosos, al luchar en que se reconociera jurídicamente que las dos mujeres eran las tutoras legales de la menor. Rivera Martínez argumentó que el caso facilitó el camino para que la adopción homoparental y por personas no casadas en relaciones análogas al matrimonio sea una realidad dentro de nuestro sistema de derecho.

“En CABE nos sentimos muy orgullosos de la gesta iniciada por estas dos valientes mujeres que, a pesar de haber recibido el rechazo de su reclamo en un caso inicial que llegó hasta el Tribunal Supremo de Puerto Rico, donde recibiendo una decisión adversa en votación 5 a 4, no se dejaron amilanar e insistieron en su lucha hasta lograr lo que hoy es una realidad no sólo para su familia sino para cientos de otras familias puertorriqueñas”, indicó el Lcdo. Osvaldo Burgos Pérez.

“Esta gesta nos debe servir de estímulo para alcanzar otros derechos que aún no se les reconoce a estas comunidades y para mantenernos vigilantes ante cualquier intento de retroceder en cuanto a los derechos alcanzados”, añadió Burgos Pérez.

Por su parte, ambas madres adoptantes señalaron, que se sienten “muy contentas de celebrar la adopción de Juliana y haber podido contribuir a derribar prejuicios y nociones de lo que constituye ser familia”.

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