A un año de Rosselló

A un año de Rosselló

Foto | por Luis López

“Por eso nunca te dará la cuenta,

vivirlo no es igual que hacer el cuento.”

– Tony Ávila 

Aún considerando esa frase del cantautor cubano Tony Ávila, muchas de las personas que estuvimos presentes aquella noche del 24 de julio de 2019 nos brillan los ojos cada vez que narramos lo vivido. Fuimos narradores de nuestra propia historia, y aún cuando el cuento jamás satisface las expectativas de la realidad, nos toca ser responsables con el pasado y salvaguardar las narrativas que se lucharon cuadra por cuadra durante 15 noches en el Viejo San Juan. El pasado viernes 24 de julio se cumplió un año desde que observamos por cuanto teléfono o camarita aquel acontecimiento en el Viejo San Juan, el cual esa noche olía a fuegos artificiales, lucha y tenacidad. La poca señal, causada por la cantidad de personas conglomeradas en un mismo espacio, llevaba a que nos acercásemos más de lo que ya estábamos para compartir la misma expectativa. No era para más, tan pronto escuchamos, a distintos ritmos, las palabras de renuncia de Ricardo Rosselló, retumbó un grito de victoria por las calles seguido por fuegos artificiales y cantos del himno revolucionario.

 Todavía algunos argumentan que poco importaba la renuncia de Rosselló. Este argumento surgía de dos vertientes. Por un lado, hay quienes argumentaban que dicha exigencia no resolvía el problema colonial y neoliberal de fondo. Por otro lado, hay quienes creían que había que esperar a las elecciones porque al final del día quien entrara a ocupar el puesto sería otra persona del PNP. Lo que obvian ambos argumentos es que lo que estaba en juego, en lo inmediato, no era un mero cargo público, sino lo que entendemos que es posible a nivel de accionar político. Si bien ambas premisas hasta cierto punto son ciertas, ninguna de ellas lograba atender de manera efectiva la rabia acumulada de los malos años de gobierno y el desastre humano tras el paso del huracán María. Simple y sencillamente, las fuerzas que se levantaban dejaban claro que la única solución era la salida inmediata de Ricardo Rosselló de su puesto. Ello no es poca cosa, en la historia de nuestro país nunca había renunciado un gobernante debido a la fuerza de la presión política popular.

Es decir, si bien con la salida de Ricardo Rosselló no se resolvieron todos los problemas que nos aquejan diariamente, la renuncia es un salto cualitativo en lo que entendemos son los limites y las posibilidades de nuestra democracia. Eso es justificación suficiente para reconocer el valor histórico de la renuncia de Rosselló. Hubo un antes y un después del 24 de julio del 2019. Aunque con múltiples similitudes, nos topamos con dos países distintos. En el proceso, fuimos participantes y espectadores de la manera en que se desató la protesta concertada, encapuchada, en las calles del Viejo San Juan. Observamos la solidaridad por parte de vecinos y comerciantes ante el intento de desvirtuar el motivo de la violencia justificada. Vimos la ruptura con el “metrocentrismo” característico de actividades políticas y surgieron actos de protesta y organización democrática por casi todos los pueblos. De pronto no eran solo las calles del Viejo San Juan, sino que hubo tranques de carreteras en Mayagüez, Caguas y Humacao, piquetes en Ponce, Arecibo y Guayama, y hasta frente la casa de campo del gobernador en la PR-15 en Jájome Alto, en Cayey.

Vimos madres y abuelas al rededor del país llegar a oficinas públicas y, en pleno acto de desafío y desobediencia civil, arrancabar de la pared los cuadros de Rosselló para lanzarlos al zafacón. Vimos como, a partir de una convocatoria lanzada por sectores feministas, se unían diversas figuras artísticas claves que llevaron a facilitar el apoyo masivo al reclamo. A su vez, observamos sectores marginados y abandonados coordinarse mediante las corridas de motoras para visibilizar sus realidades y sus reclamos llegando hasta las calles del Viejo San Juan. Por último, fuimos testigos de la manera ingeniosa en que sectores queer de la comunidad LGBTTQIA convocaron, precisamente el 24 de julio, a una besada y un “perreo combativo” como forma de protesta que sería posteriormente ejemplo para las luchas que estallarían en Colombia, Chile y República Dominicana.

En el proceso, se confabularon distintos sectores que, de una u otra manera, siguieron sus respectivos caminos luego de la renuncia de Ricardo Rosselló. Hay quienes, como la gran mayoría del PPD y ciertos sectores del PNP, únicamente deseaban la salida de Ricardo Rosselló ante el riesgo que su permanencia representaba para el estatus quo. Hubo otros sectores que insertaron dentro de cada protesta un contenido más profundo en torno a las causas reales que dan paso a la presencia de personas como Ricardo Rosselló en la política y a la existencia de la precaria realidad que vivimos diariamente. “Ricky renuncia y llévate a la Junta” es tan solo un ejemplo de esos esfuerzos. Lo cierto es que, tras la renuncia de Ricardo Rosselló, personalidades que fueron “figuras claves” en el proceso de movilización se fueron distanciando de las exigencias más profundas al momento en que se abordaron las causas reales que nos aquejan como país.

Ejemplo de ello fue la caída del Rey Charlie con relación a muchos de los sectores más combativos en el verano del 2019. El que el Rey Charlie se lanzara en contra de las protestas por la renuncia de Wanda Vázquez, condenando la acción concertada que en otra ocasión llegó a defender, es muestra de que queda camino por andar. A su vez, es ejemplo de los límites en torno a las movilizaciones a partir de la influencia de personalidades por las redes sociales. Nuestro país es mucho más complejo y diverso que lo que el algoritmo de un estudiante de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras aparenta mostrar, por lo que la batalla por la narrativa de qué fue lo que sucedió en aquel verano 2019 y qué es posible en nuestro país continúa en un pulseo diario. No es extraño que el día 25 de julio de 2019 hubo una campaña por parte de múltiples medios de comunicación para pintar el proceso de aquellos 15 días como uno “pacífico”, “uniforme”, “libre de política”, “dirigida por la clase artística” que “si bien fue necesario” causó “un impacto económico negativo” y por lo tanto “tocaba pasar la página.”

Eso, ciertamente, no fue así. Queda mucho por hacer. No debemos olvidar que fue la inacción del Departamento de Justicia, bajo Wanda Vázquez, la principal razón por la cual nunca se investigó a profundidad los señalamientos de corrupción en torno al mal manejo de los fondos allegados a Unidos por Puerto Rico y a la Oficina de la Primera Dama, bajo la dirección de Beatriz Rosselló en ese entonces. A su vez, a un año de los sucesos las pesquisas contra la Manada Azul siguen engavetadas. Ello es muestra de que la corrupción representada por el PNPPD cala mucho más hondo que Ricardo Rosselló. No es coincidencia que a un año de la renuncia forzada de Rosselló, el Panel sobre el Fiscal Especial Independiente anuncie que investigará a la actual gobernadora, y entonces secretaria de justicia, Wanda Vázquez Garced, por actos de corrupción.     

Esta realidad muestra que los sectores que buscan imprimir un contenido más profundo a los sucesos del Verano del 19, no pueden ceder a los medios corporativos ni un centímetro de la narrativa de lo ocurrido. No se debe olvidar, jamás, que como parte del escándalo salió a relucir la manera en que Ricky Roselló y su Manada Azul, compuesta por Ramón Rosario, Alfonso Orona, Elías Sánchez, Edwin Miranda, Christian Sobrino, Carlos Bermúdez, Ricardo Llerandi, Anthony Maceira y Luis Rivera Marín, se coordinaban con altos ejecutivos de múltiples medios de comunicación para manipular la opinión pública a su favor. Precisamente esa posición incómoda de la prensa corporativa provocó un distanciamiento forzado ante el derrumbe de su aparente “neutralidad periodística” que abonó a que tuvieran que ceder el control total de la narrativa por la duración de la protesta.

En fin, del 24 de Julio del 2019 en adelante nos levantamos en un Puerto Rico donde se entiende como posible, ante  nuestra realidad histórica, forzar la renuncia de cualquier gobernador que cruce la raya. El levantamiento masivo y su resultado fue un ejemplo claro de práctica democrática cuya victoria es un eslabón clave para el país que exigimos hacia el futuro. Ante ello, resulta indispensable continuar exigiendo como ciudadanos. Se debe cuestionar la narrativa pacifista y circunstancial que intentan empujar por ojo, boca y nariz ciertos medios de comunicación. El verano combativo ni fue pacifista, ni únicamente se trataba de Rosselló. De por medio, el país se lanzó a la calle ante los recortes impuestos por la Junta de Control Fiscal, la crisis económica, el desplome de los servicios sociales, la corrupción rampante, el desastre humanitario luego del huracán María y la manera en que la clase política se considera impune y privilegiada por encima del resto de la ciudadanía. Estos son asuntos pendientes por resolver y toca atenderlos como país cueste lo que cueste. Puerto Rico se merece más y así lo debe exigir su gente. Si algo se demostró a la clase política y al mundo es que Puerto Rico tiene la fuerza necesaria para imponer la voluntad de su pueblo y expulsar del cargo público a cualquier político que no se ajuste a los reclamos de su gente.

 


Sobre Francisco Santiago Cintrón
Francisco Santiago Cintrón

Natural de Guayama, Puerto Rico, Francisco Andrés Santiago Cintrón cursó estudios de ciencias políticas y relaciones laborales para luego completar estudios en la Escuela de Derecho en la Univers


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