A un mes de celebrarse las elecciones, aún el país no ha podido pasar la página de unos comicios generales que pasarán a la historia como los más caóticos y oscuros de nuestra vida democrática como país.

Los eventos que le rodean son rocambolescos, desde cajas con mensajes de mala voluntad colgadas en el techo del coliseo donde se cuentan votos, mensajes insultantes exhibidos en las camisetas de funcionarios de algunos partidos, trifulcas, empujones, sin olvidar los maletines que “aparecían” sin que los electores supieran quién y en qué circunstancias se “encontraban” y lo peor, a nadie pareció importar aclarar el asunto para despejar la bruma que arropa a la Comisión Estatal de Elecciones.

El hedor que sale de ese organismo es insoportable. El afán de ganar del partido en el poder se llevó consigo la pureza de un proceso, la importancia de actuar con transparencia para legitimar un resultado que desde ya está bajo sospecha.

Para eso también cobró deudas pendientes en el máximo foro judicial que tiñó de vergüenza a más de un jurista de alto perfil público ante una decisión dividida que se emitió fast track y provocó una discusión partidista entre sus miembros.

En su decisión, la mayoría de los jueces del Tribunal Supremo, nombrados por gobernadores del PNP, no pudo evitar en derecho negar la solicitud del Movimiento Victoria Ciudadana para que se les diera acceso a las listas de votos añadidos a mano pero empedró el camino para convertir la verificación con las listas en una carrera de obstáculos.  Una sola lista para todos en otra mesa y quien se levante a cotejar una duda sobre la legitimidad de una papeleta pierde su derecho a continuar en el escrutinio que no se detendrá ante la ausencia del funcionario que dejó su silla.

Probablemente la contienda por la alcaldía de San Juan entre el candidato del PNP y el del MVC, es hasta ahora la más reveladora de las irregularidades cometidas durante todo este proceso. No son pocos, incluyendo a la jueza del Supremo, Anabelle Rodríguez, quienes afirman que el caos en estas elecciones fue por diseño.  Aunque mucho antes quienes se opusieron a la reforma electoral a destiempo y sin consenso ya lo habían advertido.

Mientras tanto, no muy lejos del coliseo Roberto Clemente el gobernador electo continúa el proceso de transición guardando distancia de la vorágine que su propio partido provocó en estas elecciones y que le dio el triunfo con una minoría de un 32 por ciento.

Sus recientes nombramientos para el gabinete constitucional encandiló a más de uno. La urgencia por pasar la página llevó a muchos a olvidar que hasta ahora el gobernador electo no ha hecho nada que otros ya hicieron al inicio de sus cuatrienios.  Se trata de nombramientos simpáticos, sin mácula, casi de consenso. Algunos con un prestigio muy bien ganado que será precisamente lo que los llevará antes de que termine el cuatrienio a abandonar el barco.

Pero al país le ha ido tan mal con los gobiernos rojos y azules que está dispuesto a comprar un sueño, por lo menos el 32 por ciento que votó por repetir esta parte de la historia, el restante 68 por ciento observa con los ojos muy abiertos. Todas las señales apuntan a que la metamorfosis anhelada no se hará realidad.

Aún adjudicándole buena fe al nuevo incumbente, su mandato germinó de un árbol podrido. El PNP no puede negar su naturaleza y más pronto que tarde volverá a sacar su ponzoña.  No se trata de ser “profetas del desastre” como sentenció otro gobernante novoprogresista a quienes señalaban la corrupción de su administración, en todo caso son pesimistas muy bien informados.

Sobre Daisy Sánchez

Su labor profesional en el campo del periodismo y la investigación le han merecido varios reconocimientos. Dos de sus libros han sido premiados: "Cita con la Injusticia" y "La que te llama vida: In?