Bad Bunny y la descolonización de la conciencia

Bad Bunny y la descolonización de la conciencia
Su música, su estética y sus posturas públicas han desafiado el pensamiento colonizado en varios niveles.

En Puerto Rico, la colonización no solo se vive en el estatus político, sino en algo más íntimo y profundo: la conciencia. El pensamiento colonizado es una forma de dominación que se instala en el alma, en la manera en que las personas se ven a sí mismas, en lo que valoran, en lo que aspiran. Es el tipo de colonización que no necesita soldados ni tratados, porque opera desde adentro. Y es precisamente ahí es donde el fenómeno cultural de Bad Bunny ha generado una grieta luminosa.

Frantz Fanon lo definió como el estado psicológico en el que el colonizado internaliza la mirada del opresor. Cree que su cultura es inferior, que su lengua no sirve, que su historia no importa. María Zambrano, desde la filosofía, lo entendía como una conciencia que ha perdido el puente hacia su alma, porque ese puente ha sido ocupado por valores ajenos. En Puerto Rico, esto se traduce en frases como “sin Estados Unidos no sobrevivimos” o “el inglés es más importante que el español”. Son expresiones que revelan una dependencia emocional y una falta de fe en lo propio.

Este pensamiento colonizado afecta todos los niveles del desarrollo: desde la economía, que depende de fondos federales y empresas externas, hasta la educación, que prioriza modelos ajenos y minimiza la historia nacional. Afecta la autoestima colectiva, la capacidad de imaginar un futuro autónomo, y la voluntad de luchar por él.

Descolonizar el pensamiento no es simplemente cambiar de opinión. Es un proceso profundo que implica: Revalorizar la cultura propia reconociendo que lo puertorriqueño no es sinónimo de atraso, sino de riqueza. Educar críticamente reformando los sistemas educativos para incluir la historia, los saberes y las voces locales. Resistir simbólicamente usando el arte, la música, la literatura y el lenguaje como herramientas de afirmación. Romper con la dependencia emocional al dejar de pensar que el éxito solo es posible si se imita al colonizador.

En este contexto, Bad Bunny - Benito Antonio Martínez Ocasio- no es solo un artista. Es un fenómeno que ha logrado revertir muchas de las narrativas colonizadas. Su música, su estética y sus posturas públicas han desafiado el pensamiento colonizado en varios niveles.

Canta en español, con acento boricua, sin pedir permiso ni perdón. Reivindica géneros autóctonos como la plena y la salsa, y los fusiona con el reguetón para crear una estética que es profundamente puertorriqueña y universal al mismo tiempo.

Pero más allá de la música, su postura política y emocional ha sido clave. Participó en las protestas del verano de 2019, denunció la corrupción gubernamental, defendió la tierra y la cultura. En sus conciertos, en sus entrevistas, en sus redes, repite una y otra vez que ser puertorriqueño es motivo de orgullo. Y lo dice sin adornos, sin diplomacia, con la autenticidad que solo puede tener quien se ha reconciliado con su origen.

Para una juventud que ha crecido sin modelos a seguir, bajo la sombra de la migración forzada y la precariedad, Bad Bunny representa una alternativa. Alguien que ha triunfado sin renunciar a lo propio, que habla como ellos, que vive como ellos, y que no se avergüenza de ser quien es. Su figura es una pedagogía viva de la descolonización.

La colonización de la conciencia también se manifiesta en decisiones aparentemente triviales: preferir productos importados, valorar más una educación en inglés, aspirar a vivir en Estados Unidos como símbolo de éxito. Su estilo, su lenguaje, su orgullo por lo local han hecho que muchos jóvenes reconsideren lo que significa el éxito, la belleza, el poder.

Ha demostrado que no es necesario “blanquearse” ni “irse” para ser respetado. Que lo puertorriqueño no es un obstáculo, sino una fuerza. En un país que carece de figuras públicas ampliamente admiradas como héroes, él ha llenado ese vacío. No por proclamación oficial, sino por conexión emocional con buena parte de la población.

Puerto Rico necesita descolonizar su conciencia para poder imaginar un futuro libre. No basta con cambiar el estatus político si la mente sigue colonizada. La descolonización debe comenzar en el alma, en la forma en que nos vemos, en lo que valoramos. Y en ese camino, figuras como Bad Bunny son faros que iluminan. No porque tengan todas las respuestas, sino porque han demostrado que lo nuestro vale. Que lo nuestro puede liderar. Que lo nuestro puede sanar.

Como decía el poeta y político martiniqués, Aimé Césaire, “la colonización deshumaniza al colonizador y al colonizado. La descolonización debe restaurar la humanidad de todos”. Bad Bunny, sin pretenderlo, ha impulsado con fuerza avasalladora ese proceso. Y eso, en sí mismo, es revolucionario.


Sobre Daisy Sánchez
Daisy Sánchez

Su labor profesional en el campo del periodismo y la investigación le han merecido varios reconocimientos. Dos de sus libros han sido premiados: "Cita con la Injusticia" y "La que te llama vida: In?


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