Recientemente, el Congreso de los Estados Unidos consideró una vez más el “Puerto Rico Status Act.” Esta vez, el proyecto fue impulsado en los medios recientemente por funcionarios del Partido Nuevo Progresista, como preámbulo a las pugnas internas que se han estallado dentro de ese partido.

Si bien el estatus se presta para la politiquería barata del bipartidismo tradicional, el problema de la descolonización de Puerto Rico se tiene que atender. Y es importante que se integre a todo el pueblo de Puerto Rico en ese proceso — incluyendo a aquellos que apoyan la estadidad. Todo puertorriqueño que actúe de buena fe — ya sea estadista, independentista, soberanista, o cualquier otra etiqueta que nos pongamos — debe de poder jugar un rol importante en el proceso de resolver el asunto del estatus de una vez por todas. Debemos trabajar en concertación para construir una agenda común para la descolonización de nuestra nación. Esa agenda se debe de constituir a través de un proceso de diálogo, negociación, y consenso, como toda buena agenda común.

Como parte de esa conversación, es fundamental que una agenda común para la descolonización de Puerto Rico esté basada en ciertos conceptos básicos. El más importante de todos es que la fórmula de la estadidad — al igual que todas las otras fórmulas bajo consideración — debe de estar bien definida, con lujo de detalles. Por eso, todo referéndum debe integrar, primero, un mecanismo para negociar la definición de las alternativas de estatus disponibles.

También pensamos que la decisión que el Pueblo de Puerto Rico debe tomar sobre su descolonización se debe tomar desde una posición de soberanía. Debemos pasar primero por un proceso de transferencia y construcción de soberanía a nivel jurídico y parlamentario, para entonces poder ejercer nuestra libre decisión como pueblo.

Vivimos en tiempos complejos. Las condiciones geopolíticas actuales son mucho más volátiles de lo que eran cincuenta, o hasta veinte años atrás. Por eso es que debemos de abogar por la mayor flexibilidad posible: debe de estipularse la reversibilidad de la estadidad, como condición, tal como exige el derecho y la experiencia internacional. De igual forma debemos de considerar nuestra lucha contra el neoliberalismo y tomar en cuenta que EE.UU. es el centro del neoliberalismo internacional al decidir por el futuro próspero que queremos para Puerto Rico.

De igual manera que tenemos que dialogar y ponernos de acuerdo entre los puertorriqueños sobre cómo proceder hacia la solución del problema del estatus, tenemos que comprender que cuando culmine ese proceso interno, comienza otro: el diálogo y la negociación con los Estados Unidos para llegar a una ruta acordada por ambas partes.

Lo que hemos visto una y otra vez a nivel internacional es que no existe una sola forma para descolonizar una nación, o para integrarla a otra. Los detalles de estas maniobras complejas se tienen que desarrollar en diálogo y negociación entre el Pueblo de Puerto Rico y el Pueblo de EE.UU., desde la agenda descolonizadora común establecida por el Pueblo de Puerto Rico.

Es hora de trabajar juntos para lograr una descolonización justa y equitativa para Puerto Rico. Debemos dejar de lado nuestras diferencias y trabajar por el bien común. Debemos estar unidos como pueblo para que nuestra voz sea escuchada en el Congreso de los Estados Unidos y para que podamos alcanzar un Puerto Rico próspero y en igualdad de condiciones con el resto del mundo. Solo trabajando juntos podremos lograr una descolonización justa y equitativa que beneficie a todos los puertorriqueños.

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